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¿Cómo te gustaría que fuera la escuela?

¿Cómo te gustaría que fuera la escuela? Le preguntó un ministro de educación de una provincia argentina a su hijo de 11 años. “Más parecida a la vida, papá”.

La escuela que conocemos, la que nos ha formado y nos ha permitido en buena medida ser lo que somos, es un dispositivo tecnológico diseñado en el marco de la revolución industrial. Está pensado con una finalidad muy concreta y para un momento histórico y social muy distinto al nuestro.

Pero, ¿es la escuela de hoy muy diferente de aquella? En parte sí y en buena medida, no. Si uno observa su organización temporal y espacial, por ejemplo, notará que sigue siendo muy similar a la versión “original” que tenía mucho de fábrica en su modelización. Pero afortunadamente en muchas escuelas de nuestro país y del mundo están pasando cosas muy interesantes. Si ponemos la mirada en un niño que comenzó su educación obligatoria en nuestro país este año (sala de cuatro de nivel inicial) debería concluirla, si no abandona, en el 2034. No tenemos la menor idea de cómo será el mundo en ese momento. No se asuste estimado lector que se pone más interesante.

Se jubilará alrededor del 2084. Imagino, si no abandonó la lectura conmocionado ante la incertidumbre, que ahora, sí, respirará aliviado sintiendo que ha recuperado cierta zona de confort y certeza.

Supongo algún nivel de consenso en que la escuela debe preparar para la vida. Pero, ¿cómo lo hace si no sabe de qué manera será esa vida? Y no hablamos aquí solamente de los cambios en el mundo laboral.

¿Cómo serán las relaciones humanas? ¿Habitaremos sólo en este planeta? ¿Habremos resuelto el problema del hambre, la pobreza y la falta de oportunidades para tantos en nuestro planeta y a la vuelta de nuestras casas? ¿Habremos despertado a tiempo y tomado conciencia de la necesidad de cuidar nuestra casa común y de cuidarnos quiénes habitamos en ella?

Si no sabemos para qué debemos prepararlos, entonces, ¿qué debemos hacer en la escuela?

Aprender a aprender conservando la llama encendida del asombro. Que esa magia de la infancia, donde el niño habita en la pregunta, no se pierda fruto del proceso de escolarización. “La escuela mata la creatividad” afirmaba Sir Ken Robinson en la charla Ted más vista de la historia. ¿Anarquía escolar? No, todo lo contrario. Orden creador. Atrevernos a migrar de una escuela en clave de transmisión y respuesta a una en clave de pregunta donde el error sea experiencia y aprendizaje.

Aprender a desaprender. Asumir el proceso de “uberización” en el que vivimos.. Es de suponer que cuando Thomas Alva Edison inventó la lamparilla eléctrica miles de faroleros en el mundo hayan entrado en pánico y reclamado por su estabilidad laboral. Lo que sabemos es que a la fecha ningún ser humano sale por las tardes a encender las Faroles. Hay saberes que adquirimos y que fueron válidos en un momento pero que han perimido y no tiene sentido sostenerlos en el tiempo (con la debida disculpa de los profesores de mecanografía). El desarrollo científico y tecnológico tiene hoy una potencia extraordinaria. Nuestra comunidad humana se encuentra ante el momento más auspicioso de su historia. La innovación, el cambio y el desarrollo tecnológico han encontrado con la irrupción de internet una dinámica de cambio exponencial. La escuela no puede ser ajena, ni mucho menos indiferente, a esto. El mundo va a seguir cambiando de manera vertiginosa sin detenerse a esperar a la escuela. Pero podemos lograr que éste sea más justo e inclusivo si lo que hacemos en la escuela de hoy es potente y transformador para todos.

Reaprender a lo largo de toda la vida. Que egresen de nuestras instituciones fortalecidos como personas con la capacidad de intuir los cambios y su consecuente adaptación a ellos y, si tienen el talento, poder liderar la transformación social. ¿Cómo hacer para que aprendan a aprender, desaprender y a reaprender a lo largo de la vida? Creo que tenemos el desafío de repensar nuestra organización escolar en, al menos, cinco dimensiones profundamente interconectadas. Lila Pinto lo propone muy bien invitando a “hackear” el espacio, el tiempo, los vínculos, el currículum y la evaluación escolar. ¿Cómo te gustaría que fuera la escuela? “Más parecida a la vida, papá”. ¿Y la vida? Como aprendí en el jardín.

Max Gulmanelli
Director general del Colegio
Pilgrim ́s de San Isidro y ex
secretario de gestión educativa
de la Nación Argentina.

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